Calle 168 #52-38 Bogotá, Colombia

Oración pidiendo la caída de los impíos

10 ¿Por qué, oh Señor, te mantienes alejado,
y te escondes[a] en tiempos de tribulación?
Con arrogancia el impío acosa[b] al afligido;
¡que sea[c] atrapado en las trampas que ha urdido!

Porque del deseo de su corazón[d] se jacta el impío,
y el codicioso maldice[e] y desprecia al Señor.
El impío, en la altivez de su rostro, no busca a Dios.
Todo su pensamiento es[f]: No hay Dios[g].

Sus caminos prosperan[h] en todo tiempo;
tus juicios, oh Dios, están en lo alto, lejos de su vista;
a todos sus adversarios los desprecia.
Dice en su corazón: No hay quien me mueva[i];
por todas las generaciones no sufriré adversidad.
Llena está su boca de blasfemia, engaño y opresión;
bajo su lengua hay malicia e iniquidad.
Se sienta al acecho en las aldeas,
en los escondrijos mata al inocente;
sus ojos espían[j] al desvalido[k].
Acecha en el escondrijo como león en su guarida;
acecha para atrapar al afligido,
y atrapa al afligido arrastrándolo a su red.
10 Se agazapa, se encoge,
y los desdichados[l] caen en sus garras.
11 Dice en su corazón: Dios se ha olvidado;
ha escondido su rostro; nunca verá nada.

12 Levántate, oh Señor; alza, oh Dios, tu mano.
No te olvides de los pobres.
13 ¿Por qué ha despreciado el impío a Dios?
Ha dicho en su corazón: Tú no lo requerirás.
14 Tú lo has visto, porque has contemplado la malicia y la vejación, para hacer justicia con[m] tu mano.
A ti se acoge el desvalido[n];
tú has sido amparo[o] del huérfano.
15 Quiebra tú el brazo del impío y del malvado;
persigue su maldad hasta que desaparezca[p].

16 El Señor es Rey eternamente y para siempre;
las naciones han perecido de su tierra.
17 Oh Señor, tú has oído el deseo de los humildes[q];
tú fortalecerás su corazón e inclinarás tu oído
18 para vindicar[r] al huérfano y al afligido;
para que no vuelva a causar terror el hombre de la tierra[s].