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La transfiguración

Seis días después, Jesús tomó* consigo a Pedro, a Jacobo[a] y a Juan, y los llevó* aparte, solos, a un monte alto; y se transfiguró delante de ellos; y sus vestiduras se volvieron resplandecientes, muy blancas, tal como ningún lavandero sobre la tierra las puede emblanquecer. Y se les apareció Elías junto con Moisés, y estaban hablando con Jesús. Entonces Pedro, interviniendo[b], dijo* a Jesús: Rabí[c], bueno es estarnos aquí; hagamos tres enramadas[d], una para ti, otra para Moisés y otra para Elías. Porque él no sabía qué decir[e], pues estaban aterrados. Entonces se formó[f] una nube, cubriéndolos, y una voz salió[g] de la nube: Este es mi Hijo amado; a Él oíd[h]. Y enseguida miraron en derredor, pero ya no vieron a nadie con ellos, sino a Jesús solo.

La venida de Elías

Cuando bajaban del monte, les ordenó que no contaran a nadie lo que habían visto, hasta que[i] el Hijo del Hombre resucitara de entre los muertos. 10 Y se guardaron para sí lo dicho, discutiendo entre sí qué significaría[j] resucitar de entre los muertos. 11 Y le preguntaron, diciendo: ¿Por qué dicen los escribas que Elías debe venir primero? 12 Y Él les dijo: Es cierto que Elías, al venir primero, restaurará[k] todas las cosas. Y, sin embargo, ¿cómo está escrito del Hijo del Hombre que padezca mucho y sea despreciado? 13 Pero yo os digo que Elías ya[l] ha venido, y le hicieron cuanto quisieron, tal como está escrito de él.