Calle 168 #52-38 Bogotá, Colombia

La entrada triunfal

11 Cuando se acercaban* a Jerusalén, por Betfagé y Betania, cerca del monte de los Olivos, envió* a dos de sus discípulos, y les dijo*: Id a la aldea enfrente de vosotros, y tan pronto como entréis en ella, encontraréis un pollino atado en el cual nadie[a] se ha montado todavía; desatadlo y traedlo. Y si alguien os dice: «¿Por qué hacéis eso?», decid: «El Señor lo necesita»; y enseguida lo devolverá[b] acá. Ellos fueron y encontraron un pollino atado junto a la puerta, afuera en la calle, y lo desataron*. Y algunos de los que estaban allí les dijeron[c]: ¿Qué hacéis desatando el pollino? Ellos les respondieron tal como Jesús les había dicho, y les dieron permiso. Entonces trajeron* el pollino a Jesús y echaron encima sus mantos, y Jesús se sentó sobre él. Y muchos tendieron sus mantos en el camino, y otros tendieron ramas que habían cortado de los campos. Los que iban delante y los que le seguían, gritaban:

¡Hosanna!
Bendito el que viene en el nombre del Señor;
10 Bendito el reino de nuestro padre David que viene;
¡Hosanna en las alturas!

11 Y entró en Jerusalén, llegó al templo, y después de mirar todo a su alrededor, salió para Betania con los doce, siendo ya avanzada la hora.

La higuera estéril

12 Al día siguiente, cuando salieron de Betania, Jesús tuvo hambre. 13 Y viendo de lejos una higuera con hojas, fue a ver si quizá pudiera hallar algo en ella; cuando llegó a ella, no encontró más que hojas, porque no era tiempo de higos. 14 Jesús, hablando[d] a la higuera, le dijo: Nunca jamás coma nadie fruto de ti. Y sus discípulos le estaban escuchando.

Jesús echa a los mercaderes del templo

15 Llegaron* a Jerusalén; y entrando Jesús en el templo comenzó a echar fuera a los que vendían y compraban en el templo, volcó las mesas de los cambistas y los asientos de los que vendían las palomas; 16 y no permitía que nadie transportara objeto alguno a través del templo. 17 Y les enseñaba, diciendo[e]¿No está escrito: «Mi casa será llamada casa de oración para todas las naciones»? Pero vosotros la habéis hecho cueva de ladrones. 18 Los principales sacerdotes y los escribas oyeron esto y buscaban cómo destruirle, porque le tenían miedo, pues toda la multitud estaba admirada de su enseñanza.

19 Y cuando atardecía, solían salir[f] fuera de la ciudad.

El poder de la fe

20 Por la mañana, cuando pasaban, vieron la higuera seca desde las raíces. 21 Entonces Pedro, acordándose, le dijo*: Rabí, mira, la higuera que maldijiste se ha secado. 22 Y Jesús respondió*, diciéndoles: Tened fe en Dios. 23 En verdad os digo que cualquiera que diga a este monte: «Quítate y arrójate al mar», y no dude en su corazón, sino crea que lo que dice va a suceder, le será concedido. 24 Por eso os digo que todas las cosas por las que oréis y pidáis, creed que ya las habéis recibido, y os serán concedidas. 25 Y cuando estéis[g] orando, perdonad si tenéis algo contra alguien, para que también vuestro Padre que está en los cielos os perdone vuestras transgresiones. 26 [h]Pero si vosotros no perdonáis, tampoco vuestro Padre que está en los cielos perdonará vuestras transgresiones.