Calle 168 #52-38 Bogotá, Colombia

16 Por tanto no desfallecemosa, antes bien, aunque nuestro hombre exterior va decayendo, sin embargo nuestro hombre interiorb se renuevac de día en día.

17 Pues esta aflicción leve y pasajera nos produce un eterno peso de gloria que sobrepasa toda comparacióna,

18 al no poner nuestra vista en las cosas que se ven, sino en las que no se vena; porque las cosas que se ven son temporales, pero las que no se ven son eternas.

CAPITULO 5

Porque sabemos que si la tienda terrenal que es nuestra morada1a, es destruida, tenemos de Dios un edificio, una casa no hecha por manosb, eterna en los cielos.

2 Pues, en verdad1, en esta morada gemimos, anhelando ser vestidosa con nuestra habitación celestial;

3 y una vez vestidos, no seremos hallados desnudos.

4 Porque asimismo, los que estamos en esta tienda, gemimos agobiados, pues no queremos ser desvestidos, sino vestidosa, para que lo mortal sea absorbido por la vidab.

5 Y el que nos preparó para esto mismo es Dios, quien nos dio el Espíritu como garantía1a.

6 Por tanto, animados siempre y sabiendo que mientras habitamos1 en el cuerpoa, estamos ausentes del Señor

7 (porque por fe andamos, no por vista1a);

8 pero cobramos ánimo y preferimos más bien estar ausentes del cuerpo y habitar1 con el Señora.

9 Por eso, ya sea presentes o ausentes, ambicionamos serle agradablesa.

10 Porque todos nosotros debemos comparecer ante el tribunal de Cristo, para que cada uno sea recompensado por sus hechos estando en el cuerpo1a, de acuerdo con lo que hizo, sea bueno o sea malo.